Dejo Cuba con una extraña sensación. La sensación de que me falta algo. Que me falta algo por conocer, por ver, por saborear, por sentir, no lo sé, pero siento que me falta algo por vivir aquí. Me voy con un sentimiento incompleto. Decir que me ha encantado no es lo primero que me viene a la cabeza, la verdad, sin embargo siento algo especial. Esa emoción que sólo los lugares que te llegan dentro te dejan cuando te vas.
De todos los países y culturas que he conocido en mi vida, Cuba es, sin duda alguna, el más curioso y complejo. Casi inabarcable. Me pregunto si los propios cubanos entienden verdaderamente los entresijos de su propia cultura.
Llevo dos semanas debatiéndome en la dicotomía del "me gusta - no me gusta (tanto)" y sigo en la misma confusión o peor.
Cuando llego a la conclusión de que en este país "TODO", hasta el acto más aparentemente arbitrario y altruista tiene un precio, ¡toma! ahí me veo de bruces con la excepción que confirma la regla. Porque sí, la regla yo diría que existe, pero parece que una cara bonita y una honesta sonrisa tienen más poder del que pensaba.
Eso sí, no he conseguido acostumbrarme a sentirme un dolar andante. Es una pena porque sé que he perdido la oportunidad de enriquecerme en conversaciones con mucha gente, sólo por evitar enfrentarme por vigésima vez en un mismo día al timo al turista o a la gran preguntica: "Y un dolar, ¿no tendría?, ¿un cuc?". De verdad que ójala pudiera yo ayudar a todo el mundo, que las monjas hicieron bien su trabajo conmigo, pero no.
Me voy con la autoestima bien alta, eso sí. Aunque tengo que reconocer que eso en Cuba no tiene mucho mérito. Ya lo dicen ellos, para los hombres cubanos, las mujeres, la música y el ron son lo primero. Me ha quedado claro. De todas formas, aunque a veces saturada, creo que voy a echar de menos tanta atención masculina de vez en cuando, jeje.
No he conocido a "mi cubano", en contra de los mejores augurios. Pero he de reconocer que aquí he visto los hombres más atractivos, con esas miradas sensuales y ese juego tan natural. Cuba ya lidera mi lista. El mundo chocolate me mola, y con ritmo latino más.
Pero lo que ha puesto la más deliciosa guinda al gran pastel cubano, junto con esa alegre cadencia, el encanto y el brillo en los ojos de su gente, es la música. Me tiene enganchada cual droga dura. Increíble, ya tengo mono y aún no me he ido. Cuba es una bomba de arte contenido. Espectacular. Aquí he visto de lo mejor de mi vida. He descubierto el jazz cubano que me hace vibrar y me levanta el alma. Jazz, salsa, música fusión, afro-cubana y hasta el tan rechazado por mí regetón, me encienden en esta isla.
Sé que no tardaré en volver porque, sea como sea, Cuba me ha enganchado.
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Playas del este. La Habana, República de Cuba |
jueves, 31 de octubre de 2013
Ay, papi, Cuba... Mi Cuba libre!
viernes, 18 de octubre de 2013
Ser irrazonable crea milagros...
Adiós Méjico lindo. Qué pronto se han pasado estas dos semanas y, sin embargo, no podía haber empezado mejor mi viaje. Nunca hubiera pensado que un curso de tres días, como el que hice al llegar a Méjico, podría cambiar tanto mi vida. He aprendido más que en meses.
Entre todo ello, que mi prepotencia me empobrece y me limita y que sí, que soy mucho más prepotente de lo que admito. Ojito al dato, ¡señores!
He aprendido que en nuestro aprender a sobrevivir en la vida, construimos "nuestra personalidad" y la asumimos como innata cuando, en realidad, es un mero conjunto de hábitos; comportamientos y procesos mentales aprendidos. Punto. Y, como tales, se pueden cambiar. Así que puedo ser la persona que realmente siento que quiero ser y me hace feliz, sin importar quién/cómo haya sido hasta ahora. Lo que me proponga... la imaginación se me atora con tantas posibilidades.
He aprendido que con la edad nos alejamos cada vez más de ser auténticos. Llenamos la mochila de piedras de pasado y la anclamos a nuestro subconsciente sin darnos cuenta. Nos acostumbramos a su carga de tal modo que ya ni las vemos. La vida, en su día a día, se nos llena de "razones" para no hacer, decir o sentir infinidad de cosas. Nos encadenamos nosotros, nuestro presente y nuestro futuro al pasado. Nos hacemos presos de un pasado que, en realidad, no es más que un cúmulo de interpretaciones que vamos haciendo de lo que realmente va pasando. Vamos, que no existe, nosotros solitos lo inventamos.
Yo nunca le había dicho a mi padre cuánto le quiero y lo orgullosa que estoy de la educación que ambos, mi madre y mi padre, nos han dado a mi hermano y a mí. Cuánto valoro lo afortunada que soy en mi vida gracias a todos sus sacrificios y todo su amor. NUNCA se lo había dicho a mi padre pero es que tampoco a mi madre de forma honesta y auténtica. Y lo mismo con mi hermano. Siempre me quedo en el cliché y la broma. Puede que haga más de 20 años que no era tan auténtica con ellos como cuando les llamé durante el curso.
¿Por qué nunca lo había hecho? Por las innumerables razones que todos encontramos para no hacerlo. Razones para no ser honestos, razones para no ser espontáneos, razones para no expresar honestamente nuestros sentimientos, razones para no dar amor, razones para no hacer nada que implique amor y, a veces, razones hasta para no sentir. Porque "siempre" nos hemos comportado de una forma determinada y hemos asumido que, de ninguna manera, podemos salirnos de ese patrón de comportamiento. En realidad, sólo por MIEDO. Miedo al qué dirán si nos salimos inesperadamente de nuestra norma. Miedo a ser vulnerables, miedo a ser rechazados. Miedo, miedo, miedo que, como el pasado, no existe más que en nuestra cabeza, es una pura creación nuestra. No hay más.
He aprendido que "ser irrazonable", no dejarse llevar por las "razones", crea milagros. Da un vuelco al mundo que nos rodea, sí, ese que pensamos que nunca cambia ni va a cambiar. Pues, ya vés, sólo depende de nosotros mismos que cambie. Yo, a partir de ahora, inesperada e irrazonable, a la mierda las razones, me cueste lo que me cueste. Porque cuesta... ahora sólo me queda aprender a acallar el razonamiento desenfrenado de esta cabecita loca. Pero me lo he propuesto así que lo conseguiré! ;)
Entre todo ello, que mi prepotencia me empobrece y me limita y que sí, que soy mucho más prepotente de lo que admito. Ojito al dato, ¡señores!
He aprendido que en nuestro aprender a sobrevivir en la vida, construimos "nuestra personalidad" y la asumimos como innata cuando, en realidad, es un mero conjunto de hábitos; comportamientos y procesos mentales aprendidos. Punto. Y, como tales, se pueden cambiar. Así que puedo ser la persona que realmente siento que quiero ser y me hace feliz, sin importar quién/cómo haya sido hasta ahora. Lo que me proponga... la imaginación se me atora con tantas posibilidades.
He aprendido que con la edad nos alejamos cada vez más de ser auténticos. Llenamos la mochila de piedras de pasado y la anclamos a nuestro subconsciente sin darnos cuenta. Nos acostumbramos a su carga de tal modo que ya ni las vemos. La vida, en su día a día, se nos llena de "razones" para no hacer, decir o sentir infinidad de cosas. Nos encadenamos nosotros, nuestro presente y nuestro futuro al pasado. Nos hacemos presos de un pasado que, en realidad, no es más que un cúmulo de interpretaciones que vamos haciendo de lo que realmente va pasando. Vamos, que no existe, nosotros solitos lo inventamos.
Yo nunca le había dicho a mi padre cuánto le quiero y lo orgullosa que estoy de la educación que ambos, mi madre y mi padre, nos han dado a mi hermano y a mí. Cuánto valoro lo afortunada que soy en mi vida gracias a todos sus sacrificios y todo su amor. NUNCA se lo había dicho a mi padre pero es que tampoco a mi madre de forma honesta y auténtica. Y lo mismo con mi hermano. Siempre me quedo en el cliché y la broma. Puede que haga más de 20 años que no era tan auténtica con ellos como cuando les llamé durante el curso.
¿Por qué nunca lo había hecho? Por las innumerables razones que todos encontramos para no hacerlo. Razones para no ser honestos, razones para no ser espontáneos, razones para no expresar honestamente nuestros sentimientos, razones para no dar amor, razones para no hacer nada que implique amor y, a veces, razones hasta para no sentir. Porque "siempre" nos hemos comportado de una forma determinada y hemos asumido que, de ninguna manera, podemos salirnos de ese patrón de comportamiento. En realidad, sólo por MIEDO. Miedo al qué dirán si nos salimos inesperadamente de nuestra norma. Miedo a ser vulnerables, miedo a ser rechazados. Miedo, miedo, miedo que, como el pasado, no existe más que en nuestra cabeza, es una pura creación nuestra. No hay más.
He aprendido que "ser irrazonable", no dejarse llevar por las "razones", crea milagros. Da un vuelco al mundo que nos rodea, sí, ese que pensamos que nunca cambia ni va a cambiar. Pues, ya vés, sólo depende de nosotros mismos que cambie. Yo, a partir de ahora, inesperada e irrazonable, a la mierda las razones, me cueste lo que me cueste. Porque cuesta... ahora sólo me queda aprender a acallar el razonamiento desenfrenado de esta cabecita loca. Pero me lo he propuesto así que lo conseguiré! ;)
Escultura. Museo de Arte Contemporáneo MACO. Oaxaca, Méjico. |
Etiquetas:
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viajar,
vida
Ubicación:
La Habana, Cuba
viernes, 4 de octubre de 2013
Me las piré...
Que sí, que al final sí era verdad que dejaba el trabajo y me iba de paseo por el mundo... Ay, omà!
Me imagino la iluminación que debió ser para Albert Camus llegar a la conclusión de que "La vida es la suma de todas tus decisiones". Parece simple y la verdad es que no descubrió el mundo con la frasecita, pero a mi me ha llevado 33 años ser consciente realmente de lo que significa. Y menos mal, porque hay quien abandona este mundo triste y frustrado sin haberlo jamás entendido.
Sin apenas pensarlo, tendemos a aceptar sumisamente nuestra vida como la irremediable consecuencia de las decisiones, expectativas y circunstancias de nuestro entorno, de los demàs. Nos sentimos títeres de la caprichosa "vida", con sus vaivenes, idas y venidas ante las que nos vemos sin voz ni voto. Yo me he pasado veintitantos años quejándome de la "injusta" vida, curioso teniendo en cuenta lo afortunada que soy. Vamos que verdaderamente tengo una señora flor en el culo y, aun así, pefería regocijarme en la mierda que yo misma me ponía ante los ojos... la perversa mente.
Sinceramente creo que TODO en la vida pasa por una razón y lo peor (o mejor, yo diría) es que la mayor parte de lo que nos pasa es pura consecuencia de nuestras propias decisiones (decisiones de acción o inacción). La "injusta" vida de la que me quejaba me la estaba cocinando yo solita, y sin saberlo.
Así que, para mi llegó el momento de decir bye, bye a mi actitud sumisa y pasiva y dedicarme a regar mi flor, a crearme yo la vida que yo quiero. Adios a un trabajo que no me enriquece y de cabeza a lo que verdaderamente me llena, cueste lo que me cueste (Oh, yeah!). Aunque sé que no me va a costar demasiado, lo sé... Jeje, sí, el optimismo se viene conmigo!
Hasta fin de año, con la mochila a lo que me traiga la vida por Latinoamèrica y a partir de enero, mucho màs y mucho mejor!! :)
Me imagino la iluminación que debió ser para Albert Camus llegar a la conclusión de que "La vida es la suma de todas tus decisiones". Parece simple y la verdad es que no descubrió el mundo con la frasecita, pero a mi me ha llevado 33 años ser consciente realmente de lo que significa. Y menos mal, porque hay quien abandona este mundo triste y frustrado sin haberlo jamás entendido.
Sin apenas pensarlo, tendemos a aceptar sumisamente nuestra vida como la irremediable consecuencia de las decisiones, expectativas y circunstancias de nuestro entorno, de los demàs. Nos sentimos títeres de la caprichosa "vida", con sus vaivenes, idas y venidas ante las que nos vemos sin voz ni voto. Yo me he pasado veintitantos años quejándome de la "injusta" vida, curioso teniendo en cuenta lo afortunada que soy. Vamos que verdaderamente tengo una señora flor en el culo y, aun así, pefería regocijarme en la mierda que yo misma me ponía ante los ojos... la perversa mente.
Sinceramente creo que TODO en la vida pasa por una razón y lo peor (o mejor, yo diría) es que la mayor parte de lo que nos pasa es pura consecuencia de nuestras propias decisiones (decisiones de acción o inacción). La "injusta" vida de la que me quejaba me la estaba cocinando yo solita, y sin saberlo.
Así que, para mi llegó el momento de decir bye, bye a mi actitud sumisa y pasiva y dedicarme a regar mi flor, a crearme yo la vida que yo quiero. Adios a un trabajo que no me enriquece y de cabeza a lo que verdaderamente me llena, cueste lo que me cueste (Oh, yeah!). Aunque sé que no me va a costar demasiado, lo sé... Jeje, sí, el optimismo se viene conmigo!
Hasta fin de año, con la mochila a lo que me traiga la vida por Latinoamèrica y a partir de enero, mucho màs y mucho mejor!! :)
Mural en el Hostal Dos Fridas y Diego. México DF. |
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